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Kabbale - Cábala

 

¿Que es la Cábala?
 
 
 
 
        
 
La palabra Cábala (Qabbalah – Kabbalah etc.) proviene del hebreo y es una derivación del verbo “lequabel” y de la raíz QBL – l b q. – Qof –Beith – Lamed,  significa “recibir” “acoger”. Por consiguiente se trata de recibir los conocimientos de la antigua sabiduría, aunque conlleva la noción de trasmitir, al principio oralmente después a través de los textos considerado sagrados como el Talmud, la Torah o el Sepher ha Zohar, por nombrar solo los más conocidos. A lo largo de la historia la Cábala ha evolucionado, enriqueciéndose de las aportaciones de nuevos Maestros con ideas entonces revolucionarias, como Abraham Aboulafia y sus ejercicios terapéuticos de respiración parecidos al Yoga, integrados hoy en los textos de la tradición. Se han añadido de forma continua, comentarios, los “midrash” que constituyen un volumen de lectura aún mayor que los textos canónicos. En ellos se interpreta una y otra ves las escrituras como un ejercicio espiritual continuo, dejando claro la vivacidad de la Cábala.    El Cabalista no es un poseedor de la verdad, sino un investigador de la verdad.
 
         Cada maestro aporta una visión distinta o un método diferente para alcanzar la trascendencia. Dependiendo de la época y del trabajo de sus predecesores, encontramos corrientes extáticas, utilización de la numerología (Guematría), ejercicios de respiración y vocalización de las letras hebreas, como base terapéutica y elevación a esferas superiores.
         La escalera de Jacob ilustra metafóricamente esta ascensión espiritual. Pero existe un nexo ineludible a todas las corrientes, a todas las épocas. Desde el Rabino más ortodoxo hasta el aprendiz de mago que quema su alma en las llamas del athanor, de Abraham a Eliphas Levi, pasando por Isaac el Ciego, todos se han nutrido del alfabeto hebreo (el Alephato) como fuente inagotable de sabiduría.
 Este es el fundamento, la clave sin Alephato no hay Cábala, no hay Guematría, ni Temura, ni Notaricon y más sencillamente no hay posibilidad de trascendencia.
 
         Según la tradición, la Cábala le fue transmitida a Adam (Ver estudio antropológico anexo) en forma de libro, “Sepher Adam“ o “libro Adámico”. La palabra “Sepher” significa en hebreo “libro” pero también “cifra” que podemos extrapolar a “código” o “clave”. Es bajo la forma de 22 pictogramas o ideogramas que se presenta el Sepher Adam, base incorrupta del alfabeto hebreo conocido como Alephato. Hablamos aquí de cifra porque cada letra es a su vez un número. La A () es el 1, la B (b) es el 2, etc, hasta completar el Alephato de 22 letras claves. Muchos alfabetos primitivos utilizaban las letras como números, por lo que no es exclusivo del hebreo. La peculiaridad de un ideograma es que más allá del grafismo (El hebreo además esta inspirado en las constelaciones) representan como su nombre lo indica, una idea concreta, fruto de la observación de la bóveda celeste y su coincidencia con hechos observables y cíclicos. Nace la ciencia de la estadística precursora de la astrología. Con la utilización mántica de los 22 símbolos claves, entramos en el mundo mágico por excelencia y las primeras conexiones con lo divino.
 
   
         Todos los pueblos han tenidos sus oráculos y por consiguiente la necesidad de trascendencia, que no es otra cosa que el afán legitimo del ser humano de saber. Los dados, el domino, las cartas, la geomancia son vestigios a la ves que testigos de esas observaciones de la bóveda celeste, dando paso a unas analogías que todos conocemos.
 
         El Alephato, por su estructura, su contenido y su incorruptibilidad temporal, ha guardado la esencia del mensaje primitivo, permitiendo a cualquier investigador remontar a la fuente y extraer valiosas informaciones para calibrar lo que hay de veraz en las diversas doctrinas religiosas que intentan imponer criterios a veces heterodoxos.
Lo que es valido para occidente, también lo es para oriente con el Sánscrito y la doctrina perenne (ver la Doctrina Secreta de H. P. Blavatsky) en las “Estancias de Dzyan”
 
         La elección del hebreo resulta pues acertada como soporte de los textos sagrados, Talmud, Torah, etc. Las primeras Biblia escritas en hebreo empezaban por la palabra “Bereshith” que significa “En el comienzo…” pero la traducción o interpretación de esa palabra, corrompe, desnaturaliza el significado primigenio de “Bereshith” ( tyvarb).
Cuando traducimos a idiomas supuestamente más evolucionados o actuales, que han recibidos aportaciones de otras culturas, se consigue matizar, adornar con más facilidad, pero se pierde en esencia, en autenticidad. (Veremos porque en el capitulo “Guematría”)
 
         En el hebreo, cada letra posee una naturaleza individual y un nombre apuntando una cualidad o un objeto especifico. Fundamentalmente, cada letra esta unida al modelo neurofisiológico elemental, a nuestras aptitudes biológicas de percepción del universo.
Las letras del Alephato, no son meros instrumentos para sellar ideas en una hoja de papel, son ante todo, un esquema preciso que encierran los principios de la creación. Cada una de ella es la cristalización de uno de los aspectos de la manifestación del Verbo divino.
 
Kronos  
   
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