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Tetragrammaton |
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El Tetragrámaton
h w h iy HVHY HE VAV HE YOD
En el Judaísmo, el más importante nombre de Dios es el Tetragrammaton, el nombre de Dios en cuatro letras. La primera mención de este nombre se encuentra en el libro del Génesis, y se traduce generalmente como “el Señor” debido a que durante mucho tiempo los judíos consideraban una blasfemia pronunciarlo, la correcta pronunciación de este nombre se ha perdido — los textos hebreos sólo incluyen las consonantes. Los eruditos modernos conjeturan que se pronunciaba "Yahweh". Las letras hebreas se llaman Yod-Heh-Waw-Heh: יהוה; nótese que el idioma hebreo se escribe de derecha a izquierda, al contrario del castellano, que se escribe de izquierda a derecha y en el que se trascribe como YHWH, YHVH o JHVH dependiendo de la convención de transliteración usada. El Tetragrammaton fue escrito en caracteres contrastados del Paleo-Hebreo en algunos de los textos sobrevivientes más antiguos del hebreo cuadrado Arameo, y se supone que se leía como Adonai, "Mi Señor", aún en ese período, cuando fueron encontrados.
Según la tradición judía, aparentemente YHWH es la tercera persona del imperfecto singular del verbo "ser", significando, por lo tanto, "Dios es", "Dios será", o quizá "Dios vive". Esta explicación concuerda con el significado del nombre dado en Éxodo 3:14, donde se representa a Dios hablando, y por eso se usa la primera persona — "Yo soy". El significado, por lo tanto, podría ser "El que es auto-existente, autosuficiente", o más concretamente, "El que vive", siendo ajena al pensamiento hebreo clásico la concepción abstracta de la existencia pura.
La existencia de Dios por sí mismo tiene su origen en la concepción hebrea del monoteísmo, el Creador no creado que no depende de nada ni de nadie más; por lo tanto Yo soy el que soy.
Tradicionalmente, la idea de “vida” se ha relacionado con el nombre YHWH desde la época medieval. Se representa a Dios como un Dios viviente, en contraste con los dioses sin vida paganos: Dios es presentado como la fuente y el creador de vida (compárese 1Reyes 18; Isaías 41:26-29,44:6,20; Jeremías 10:10,14; Génesis 2:7; etcétera).
Si quisiéramos resumir todo el proceso creativo de la vida con una sola palabra, sin lugar a duda esa seria el Tetragrámaton y, no me refiero a una acepción meramente teológica, teosófica, ni a divagaciones metafísica, me refiero al aspecto más pragmático, de la realidad palpable. En efecto, el tetragrámaton representa un proceso en cuatro fases que podemos aplicar a nuestra vida cotidiana. Un ejemplo para aclararlo:
El Yod (y) es la semilla, la fase 1 de cualquier proceso, sea mental o el comienzo de una acción concreta. Es el germen, la simiente humana, el impulso primigenio de cualquier cosa, de nuestra
El He (h ) es la tierra en que el Yod debe materializarse, es un periodo de crecimiento interno, aún no visible, es la madre, la germinación, el crisol de la gran obra.
El Vav (w) será pues el resultado de esa germinación, la consecuencia natural del Yod sobre el He. Es la cabeza que aflora, el brote de una planta, es el hijo.
El segundo He (h) termina esta fase, es el hijo portador de una nueva semilla, de un nuevo proceso creativo, transformándose automáticamente en el Yod de un nuevo ciclo. Es la bellota que caída en el suelo encierra toda la potencialidad de un futuro roble.
Estas cuatro fases no son únicamente testimoniales, representan una autentica fuerza en movimiento. Cualquier actividad, empresa, lapso de tiempo que se cruce en nuestra vida estará sometida a estas cuatro fuerzas. El nombre de YHVH – Yod-He-Vav-He expresa por consiguiente la construcción del universo. Siendo un proceso natural, universal acertaremos en nuestros quehaceres cotidianos si respetamos esos cuatros tiempo.
Enrique Llop, conocido como Kabaleb, explica en uno de sus libros, que: <<si abandonamos una relación, una carrera o una empresa cualquiera antes de sus tres años de vida (uno para el Yod,
uno para el He y otro para el Vav) es tan absurdo como plantar la semilla de un cerezo y abandonarla cuando aún no hemos visto el color de las cerezas. >>
Aplicando el principio del Tetragrammaton, vemos como todo parte de una idea primordial, de una semilla o lo que es lo mismo, de una energía sutil que actúa en nosotros como un Díos interno, si nuestra esencia así lo refleja, pero también como un demonio si dejamos fluir nuestro lado tenebroso. ¡Somos lo que pensamos¡
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